Vivimos en una sociedad en la que el dinero se ha vuelto la propiedad más privilegiada (incuso más que la propia vida). El dinero es poder en este mundo. Con dinero compras flores, autos, casas, ropa, etc., que comprará a su vez amor. El dinero compra lugares en parlamentos políticos, cargos públicos, etc. El dinero compra sexo. El dinero compra privilegios en cárceles. El dinero compra el armamento militar para las guerras o para matar estudiantes como lo hizo Díaz Ordaz el 2 de Octubre de 1968 y como lo hizo Echeverría el 10 de Junio de 1971. El dinero financió las investigaciones necesarias para crear la computadora y el software con el cual escribo estas líneas, así como la invención del Internet, etc. El dinero compra la vida o... ¿El dinero es la vida?
El mundo entonces ya no es controlado por el hombre, sino por el dinero. Se hace “arte” por dinero[1], se trabaja por dinero, y se estudia por dinero. Y así como sucede en el arte -que se degrada al ser simplemente un medio para conseguir el dinero que sustentará la vida-, el ser humano estudia simplemente por dinero: se buscan las carreras que más dinero dejen y no las de un gusto propio. Por lo general son las que ayudan al crecimiento del capitalismo, como Economía, Derecho, Informática, Administración, etc. La filosofía se ha ido haciendo de lado poco a poco. La filosofía se encarga de una explicación de la vida, del ser humano, de las ideas, del pensamiento, etc., y el dinero da una respuesta material, simple, sencilla, concreta y comprobable a al vida. Ya no hará falta entonces filosofar sobre inutilidades como el “después de la muerte”, el dinero comprará la entrada al cielo, al nirvana o a algún nivel del Mictlan o del Xibalbá. Partiendo de la aseveración de que el dinero controla el mundo, vemos que también controla la educación. El dinero busca hacer la educación a su manera para garantizarse su continuidad en el mundo como eje rector de la vida, del pensamiento y del destino de los humanos. Bajo todas estas condiciones de vida, el ser humano ha confundido terriblemente la necesidad de la producción material para vivir con la vida materialista (en el sentido actual: moda costosa para vivir).
Y si combinamos todo esto encontramos que el dinero se aprovecha de que ha cambiado la concepción que tienen los humanos sobre lo que es “bienestar” y utiliza y deforma a la educación para su beneficio, utilizando argumentos que satisfagan esta concepción errónea de “bienestar”: “en el ámbito económico, contar con una EMS en todo su potencial será cada vez más un requisito para que los jóvenes logren obtener un empleo razonablemente bien pagado y que les ofrezca posibilidades de desarrollo laboral.”[2]
Y es razonable pensar entonces que, una vez conociendo esto, debemos luchar para cambiar las cosas. Pero precisamente el lector habido se habrá dado cuenta ya de porque las luchas por cambiar las cosas no trascienden.
Básicamente es por las ideas erróneas que el dinero ha implantado en los seres humanos. Aparte de todo lo mencionado podemos incluir también el apoliticismo que existe en la población (respecto a política encontramos el mismo fenómeno que se mencionó con respecto al arte). Por lo tanto y como conclusión breve, una lucha social, es en verdad una lucha por el cambio completo de toda una sociedad desde el pensamiento de los individuos que la integran.
Comité de Lucha Estudiantil del Colegio de Bachilleres plantel 8
[1] Respecto a esto, encontramos que el arte se ha vuelto mercadotecnia. Por ejemplo, véase como en la música a diario surgen “artistas” que encabezan las listas de popularidad y Hits del momento, logran hacer unos millones de dólares y después desaparecen para jamás volver. Encontramos una degradación del arte y la cultura. Por consiguiente el verdadero arte que es expresión humana en estado puro se halla en el underground. Lo mismo sucede con las demás expresiones artísticas como la pintura (en la cual podemos incluir al grafiti).
[2] Reforma Integral a la Educación Media Superior en México: El Sistema Nacional de Bachillerato en un marco de diversidad.
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